Sapolsky fundamenta su teoría determinista en una compleja red de causas interconectadas. En el nivel biológico, destaca cómo los neurotransmisores y las hormonas influyen directamente en nuestras decisiones segundos antes de ser conscientes de ellas. El ambiente, desde traumas infantiles hasta normas culturales, moldea nuestros patrones de comportamiento de manera inevitable. Todo esto se asienta sobre una base evolutiva de comportamientos heredados de nuestros ancestros primates, que determina nuestras respuestas instintivas. Según Sapolsky, esta cadena causal, que se extiende desde nuestros genes hasta nuestras decisiones cotidianas, demuestra que el libre albedrío es una ilusión convincente pero científicamente insostenible.